
La convivencia en el aula es un factor clave en el desarrollo integral de cada persona porque implica aspectos sociales, culturales y afectivos y se desarrolla en el contexto del que formamos parte.
Cuando hablamos de centro escolar debemos involucrar a toda la comunidad educativa, personal docente, personal de administración y servicios, alumnos y familias para trabajar de manera conjunta.
El buen clima no depende de una única variable sino del resultado de la interacción de múltiples variables como la actitud de los alumnos, la relación entre ellos, el profesorado y la interacción con el resto, así como de la asignatura o de las estrategias metodológicas, entre otras. En el centro educativo no debemos esperar que surja siempre de manera casual. En muchas ocasiones debemos buscar, de manera activa, que esto suceda.
¿Cómo favorecerlo?
- A través del trabajo en valores como la empatía, el respeto hacia los demás, la aceptación de la diversidad, la comunicación, la escucha activa, etc…
- Permitiendo las tareas de apoyo entre alumnos, formando grupos cooperativos frente a la individualidad y competitividad entre compañeros. De este modo, se trabaja de manera individual a la vez que se ayudan entre los compañeros para realizar una tarea común. Estos grupos de colaboración no son siempre los mismos, así los alumnos tienen la oportunidad de cooperar y de relacionarse con todos sus compañeros.
- Creando herramientas de resolución de conflictos como pueden ser un comité de convivencia y tutoría entre iguales. En este tipo de proyectos, por un lado, se fomenta la colaboración, el conocimiento y la búsqueda de soluciones en problemas interpersonales en el ámbito escolar. También se crean canales de comunicación y de conocimiento entre profesores y alumnos, se incrementa el valor de la responsabilidad compartida así como la implicación en la mejora del clima escolar. Y por último, se aumenta el número de participantes en la observación activa y detección de conflictos.

- La actitud del docente es fundamental, un liderazgo democrático y socioemocional, que no sea ni demasiado autoritario ni demasiado liberal, equilibra el proceso de enseñanza-aprendizaje, la relación profesor- alumno y la relación alumno-alumno.
- La colaboración de las familias, de nuevo, es determinante a la hora de mejorar la convivencia y evitar conductas inadecuadas. Una implicación colaborativa favorecerá una correcta relación del alumno en el centro, en cambio, una actitud ausente, hostil o autoritaria, puede aumentar la posibilidad de conflicto en el aula.
- Trabajando una metodología dinámica, interactuando de forma constante y activa para que los alumnos sean responsables de su aprendizaje. Para ello, se puede alternar actividades con exposiciones orales, proyectos, uso de TICs, Flipped classroom…
- Considerando la diversidad de aula como algo enriquecedor. Es clave conocer a cada alumno, no solo en el ámbito académico, sino también en el plano personal, sus intereses, y la relación familiar. Si el docente se interesa por conocer en profundidad a sus alumnos, le resultará más fácil conseguir cierto control en aula, generando un buen clima para evitar problemas conductuales que puedan darse en el día a día.
En definitiva, un clima escolar negativo siempre será un obstáculo para que el proceso aprendizaje sea eficiente. Por el contrario, un clima escolar positivo hace que el alumno se sienta acompañado, valorado y fomenta su desarrollo global.