Vivimos inmersos en un mundo principalmente marcado por las relaciones sociales. Por tanto, el periodo de adaptación en Educación Infantil supone no solo una mera introducción a dicho aprendizaje sino también, el vehículo fundamental mediante el cual los niños son capaces de establecer vínculos con sus iguales y con su entorno natural.
El curso actual está compuesto por una serie de consecuencias del año extraordinario en el que nos encontramos inmersos, por lo que el periodo de adaptación podría haber supuesto un momento difícil. Sin embargo, lejos de suponer una separación compleja de los progenitores, ha estado marcado por numerosas actividades con el entorno natural y social del que está dotado San Gabriel.
En nuestro centro somos partidarios de hacer al alumno consciente de su propio aprendizaje y buscar siempre la motivación mediante sus intereses en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Por ello, tras la adquisición de rutinas en nuestro aula, los alumnos fueron conociendo el entorno natural que les rodea. Todo comenzó con la carta del pirata “Mala Pata” en la que les mostraba un mapa del entorno al aire libre del que dispone el colegio.
Realizando diferentes pruebas lograron, trabajando de forma cooperativa, encontrar el tesoro oculto: un huevo de dinosaurio al que deberían dar nombre y cuidar durante todo el curso. Lo llamaron Mickey y le fueron enseñando todos los logros que iban alcanzando.
Además, conforme fuera creciendo el huevo deberían contarle los lugares que iban descubriendo del colegio. Por ejemplo: el hábitat de los animales donde hay gallinas, gallos y pavos, entre otros. También, deberían reunir elementos propios de la naturaleza, para realizar diferentes actividades como por ejemplo, el aprendizaje de los números pintando con piñas y palos o las figuras geométricas a través de hojas y diversos elementos propios del otoño.
El hecho de tener un entorno privilegiado como es el caso concreto de nuestro colegio supone una ventaja para nuestros alumnos a la hora de adquirir destrezas en las habilidades motoras como el equilibrio, la agilidad o la coordinación.
Asimismo, aprenden desde pequeños a trabajar en un ámbito relajado y contando con elementos naturales para su aprendizaje. Se fomenta el cuidado y la relación con el medio en el que viven. Así, conseguimos que su aprendizaje esté basado principalmente en las experiencias que tienen con el entorno natural. Podría decirse, que van construyendo de forma significativa sus propios aprendizajes a través de la observación y capacidad de abstracción de elementos naturales.