La mayoría de los niños de la sociedad actual se encuentran alejados de entornos naturales y tienen escaso contacto con ellos. El ritmo de vida actual no permite a los niños jugar fuera de casa y sus juegos son sedentarios y, a menudo, con aparatos tecnológicos.
Los niños están necesitados de contacto real con la naturaleza y no tenerlo, según los expertos, puede provocar en ellos estrés o ansiedad, problemas que sin duda, no debería tener un niño de corta edad.
Así pues, el contacto con la naturaleza y más el crecer y desarrollarse en un ambiente natural, favorece un aprendizaje en valores en los que se incluye el asimilar que la naturaleza es patrimonio de todos y que la debemos proteger y cuidar.
Que el niño desarrolle su aprendizaje en un ambiente natural le permite una experiencia vital maravillosa. Y es esto lo que ocurre en el Colegio San Gabriel gracias al entorno natural en el que está ubicado. Nuestros alumnos tienen la libertad para poder observar los procesos que ocurren en la naturaleza, la cual les provoca estímulos beneficiosos a nivel neuronal, emocional y de aprendizaje.
En la maduración del niño, hasta los seis años aproximadamente, durante la etapa de educación Infantil, los beneficios que aporta el contacto con la naturaleza son muy grandes, ya que el medio natural actúa como herramienta fundamental para la exploración sensorial, el enriquecimiento y control del movimiento, la mejora del autocontrol y la capacidad de enfocar la atención y el respeto.
“Caerse y levantarse”, ejercitar los músculos y los sentidos, ponerse a prueba, coger insectos, plantar semillas... son estímulos para el cerebro y también para las emociones, y estas emociones son muy importantes para construir el conocimiento, porque lo que se aprende vinculado a las emociones se graba más fácilmente en su memoria.
El colegio San Gabriel permite ese contacto directo con la naturaleza, no solo durante los primeros años sino durante toda la etapa formativa del alumno. La naturaleza se convierte en aula, en un espacio más para realizar actividades al aire libre y en contacto directo con las plantas, los árboles y los animales.
El conocimiento de la naturaleza partiendo de la observación directa y vivencial, mirando las plantas, observando a los animales, el crecer entre árboles de diferentes especies, observar cómo influyen las estaciones en ellos, averiguar sus nombres y hacerse responsable de su cuidado, supone tanto para el niño como para el adolescente una experiencia de aprendizaje profundo y real.
Este contacto con la naturaleza favorece la expresión de ideas y nociones (a veces intuitivas). Los alumnos observan, formulan preguntas en su incansable curiosidad y reciben constantemente nueva información relacionada con el entorno natural que sin duda en otro escenario pasaría inadvertida. A través del diálogo estructuran y ordenan su pensamiento y construyen sus propios conocimientos.
El entorno natural permite también educar en valores de respeto al medioambiente a la vez que ofrece múltiples espacios para la realización de un amplio abanico de actividades que permite sacar el aprendizaje fuera del aula: matemáticas, literatura, biología, deporte en la naturaleza…
Desde los primeros años en Infantil, los niños que crecen y se desarrollan en un ambiente natural, con amplios espacios para correr y jugar, sienten menos emociones negativas, toleran mejor la frustración y son más seguros y autónomos.
Se convierten en aprendices activos, en investigadores, y la naturaleza les ofrece una gran experiencia sensorial ya que pueden tocar, pueden oler, pueden sentir, pueden ver de manera directa y probar los productos que se obtienen de la naturaleza.
En resumen un colegio que puede unir naturaleza, tecnología, espiritualidad, bilingüismo y atención personalizada es el cóctel perfecto para la formación integral del alumno.