Está más que demostrado que en los primeros años de la infancia el cerebro del niño tiene una alta capacidad para crear nuevos circuitos neuronales en base a los nuevos aprendizajes y las experiencias vividas. Es por esto, que el principal objetivo de la intervención educativa temprana no es otro que estimular el cerebro en el momento crítico en que el niño empieza a pronunciar sus primeras palabras, a desplazarse y a explorar el mundo por sí mismo.
Pero, además, la Educación Temprana tiene otra meta, y no es otra que lograr que el niño pueda extraer el mayor provecho del proceso de aprendizaje y que adquiera nuevas estrategias eficaces en la manera de interactuar con su entorno.
Las áreas en las que incide la estimulación precoz son tres: El desarrollo psicomotor y su autonomía personal, el desarrollo del lenguaje y comunicación y las habilidades para relacionarse con el entorno físico y social.
Como requisito previo, el educador necesita conocer en qué estado del desarrollo se encuentra el niño en cada una de estas áreas y detectar cualquier dificultad en la adquisición de las destrezas clave.
Para contestar a esta pregunta hay que formularse otra, ¿cómo repercute en los procesos de aprendizaje y otras áreas del neurodesarrollo?
Se puede decir pues, que la Estimulación Temprana responde a las primeras necesidades educativas del niño y ayuda a potenciar su desarrollo completo. Además, dado su carácter preventivo es un punto clave para la detección precoz de problemas del neurodesarrollo o de situaciones de riesgo que podrían interferir en los sucesivos aprendizajes del alumno.
Por último y no menos importante cabe hablar de la metodología. Los métodos y modelos de intervención en Atención Temprana están diseñados específicamente bajo los fundamentos teóricos e investigaciones de ciencias como la Neurología, la Psicología del Desarrollo, la Pedagogía y, por supuesto, la Educación Infantil.
La metodología tendrá un carácter lúdico para que el niño perciba esta estimulación como algo motivador, placentero y entretenido, es decir, lo que se busca no es otra cosa que aprender a aprender a través del JUEGO.
Esto es debido a que el juego es la actividad fundamental del niño, imprescindible para un desarrollo adecuado, por lo que éste debe disponer de tiempo y espacio suficiente según su edad y necesidades. Algo que sin duda va a marcar el modo de interactuar con la realidad y va a evolucionar con el desarrollo del niño.