La provocación es una actividad abierta que invita a los niños a descubrir y a explorar con objetos y elementos cotidianos en un ambiente creado por el educador.
Esta propuesta metodológica tiene como principal protagonista al niño, ya que no son actividades dirigidas por el adulto. En ellas, el objeto toma la forma, el uso y la necesidad de cada niño, dando de esta manera plena libertad al juego y dejando volar la imaginación de cada uno, por lo que de este modo se crearán espacios, ambientes, juegos y situaciones diferentes.
A través de estas provocaciones podemos trabajar cualquier tipo de temática, por eso es muy importante la elección del material. Una de las preguntas que nos puede surgir es, ¿todo vale? y la respuesta es SÍ. Todo vale si es atractivo a la vista de los niños.
Una olla puede ser un canalizador de aprendizaje maravilloso y a través de esta forma de aprender, los niños podrán experimentar con el tamaño de los objetos, las distintas formas de estos, con las capacidades, con el pelo, el color, o la textura. Por ejemplo verán que hay objetos que entran dentro de otros y no al revés o verán que el metal es frío pero que una cuchara de palo no lo es.
De manera que surgirá inevitablemente el juego simbólico.
Con este tipo de propuestas no hay un único nivel de acabado ni una única forma correcta de realizarlas, sino que se ajustan a las necesidades de cada niño, entendiendo que cada uno es diferente y que lo importante no es el resultado final sino el proceso.
En concreto, en el proyecto ”This is me” en el que trabajamos nuestro entorno, nuestro principal objetivo es que conozcan el mundo que les rodea siendo ellos el núcleo principal, su cuerpo, sus capacidades reales, lo que les gusta, lo que no, y que den forma a todas sus ideas sin ser coartadas. Así pues, con estas provocaciones hemos conseguido trabajar de forma activa y divertida los elementos de la casa, los de la naturaleza, colores, sus gustos sobre las distintas texturas y sus capacidades motoras entre muchas otras cosas.