¿Qué ha hecho la filosofía por nuestra civilización? Inventarla.
¿Por qué tenemos una determinada concepción del mundo? Por el pensamiento de una época.
¿Esto es correcto o incorrecto? Pregúntale a Kant.
¿Qué es mejor, ser un friki o ser normal? A lo mejor Hiparquía de Maronea, una filósofa cínica del siglo IV a. C, tiene buenos argumentos.
¿Cómo se afronta la muerte de un ser querido? Quizá la sentencia de Epicteto “Saber sufrir y renunciar a la queja” nos ayuda a superar el dolor.
¿Debería un hombre ser feminista? Hojea El segundo sexo de la Beauvoir e intenta no serlo.
Estas son algunas de las cosas de las que se ocupa la filosofía, hay mucho más, claro. Lo que pasa es que las cuestiones metafísicas o epistemológicas no nos afectan tanto en la vida diaria.
Si te regalan un disfraz de superhéroe el día de tu cumpleaños y no te animas a ponértelo para ir al instituto ese mismo día porque tus compañeros y compañeras se van a reír de ti, es conveniente pararse a pensar un poco qué es lo que se quiere. Nos queremos poner ese disfraz porque nos queda estupendo, así que debemos sopesar y analizar la situación y por supuesto tomar una determinación. Lo que pasa después de este planteamiento tan claro e idealizado descubrimos que no tenemos las herramientas. Porque para pensar hacen falta herramientas, buenas preguntas y algunas respuestas posibles. Especialmente si estas respuestas vienen de gente que se ha pasado la vida pensando metódicamente y con mucha curiosidad.
El ejemplo del disfraz lo propone Eduardo Infante en su libro Filosofía en la calle. Este libro nos anima justamente a bajar a la filosofía de la teoría e incorporarla a la vida, a que le preguntemos constantemente las cosas que de verdad nos interesan, ¿cuánto necesitas comprar para ser feliz?, ¿eres tonto si puedes copiar en un examen y no lo haces?, ¿decir “yo también” es lo mismo que decir “te quiero”?, ¿son malas las drogas?
El 17 de noviembre fue el Día mundial de la Filosofía en el que no se celebra nada en particular. Se decidió que fuera el tercer jueves del mes de noviembre. Así sin más. Es la celebración más anodina de la historia. ¿No hay hechos relevantes que celebrar? La muerte de Sócrates, por ejemplo. O la publicación de la obra de Nietzsche. O de cualquier filósofo o filósofa que con su pensamiento crítico y horas de lecturas y reflexión cambió la manera de ver el mundo.
Nosotros, que ya llevamos varios meses de andaduras filosóficas de lunes a viernes, pensamos que estaría bien hacerle un homenaje a toda esa gente que se dedicó a pensar y que nos ayuda en el día a día a hacer las cosas reflexionando un poco, a no dejarnos llevar, a discutir con argumentos, etc. Así que con los alumnos de 1º de Bachiller y 3º ESO, nos fuimos a Zaragoza, con una frase célebre de algún filósofo o filósofa como estandarte a celebrar por nuestra cuenta el Día mundial de la Filosofía en la calle y como corresponde: molestando al personal. Preguntando qué significaban nuestras frases y si creían que la filosofía era necesaria. Y de momento, ahí seguimos, en nuestro afán de con las respuestas que obtuvimos, pensar qué dirían algunos grandes de la filosofía y a qué conclusiones llegamos.
Para eso tendréis que esperar. Para pensar bien se necesita algo de tiempo.