Es necesario a día de hoy realizar una reflexión sobre cuáles son las estrategias de enseñanza-aprendizaje del futuro. Una estrategia, a modo general, se puede considerar como una guía de las acciones (actividades, técnicas y recursos) que hay que seguir para alcanzar un objetivo. Dicho objetivo es que el alumno aprenda de una forma significativa y autónoma cada uno de los distintos contenidos del currículo, haciendo con ello más efectivo el aprendizaje de los mismos.
Para poder analizar cuáles serán las estrategias de enseñanza-aprendizaje del futuro, se debe tener en cuenta hacia dónde va ese futuro, ya que cada día hay una mayor influencia de la tecnología e información que nos rodea, y los cambios (sociales, políticos y económicos) son más rápidos. Por todo ello es necesario que los docentes se adapten a ello de una manera adecuada, y cómo no, enseñar a los alumnos a que puedan hacerlo ellos.
Es necesario por tanto ir avanzando y proponiendo nuevas metodologías de aprendizaje, diseñando nuevas estrategias de enseñanza que permitan al alumno mejorar su aprendizaje y puedan hacerlo desde una manera cada vez más autónoma y eficaz a lo largo de su desarrollo educacional. Es en este punto donde es de carácter obligado hablar de metodologías activas.
Las metodologías activas poseen un enfoque que tiene como objetivo que el alumno adquiera un mayor protagonismo en el proceso de enseñanza-aprendizaje que se lleva a cabo en el aula. Este tipo de metodologías busca reorientar el proceso hacia el alumno, para que adopte una actitud activa en su propio aprendizaje; al contrario de lo que sucede en las enseñanzas tradicionales donde éste habitualmente adopta una actitud pasiva (en las que el docente es la fuente de todo el saber y el centro del proceso).
Existe un abanico amplio de dichas metodologías, exponiendo a continuación varias de ellas:
El profesor ya no tiene la exclusiva en cuanto a fuente de conocimiento, sino que se tiene que convertir en un guía en el proceso de formación de la misma. Es por ello que los docentes deben disponer de todas y cada una de las herramientas del siglo XXI para que los estudiantes sean plenamente competentes, permitiéndoles y ayudándoles a escalar desde el recordar hasta crear. Para alcanzar dicho fin, es necesario que la innovación educativa combine tanto metodologías activas como herramientas reales que ubiquen al alumnado en el centro del proceso de aprendizaje.